sábado, 5 de octubre de 2019

Once jugadores y un técnico de verdad

Desesperación, impotencia, y no se que otras expresiones podrían usarse cuando nuestro club no se le ve características de equipo: sin liderazgo, sin un esquema táctico y jugadores sin saber que hacer. Todo esto era común a lo vivido por Independiente Santa Fe en el último año. 

Hace diez jornadas la directiva cardenal no aguantó más la presión de la afición y de los resultados: renunció el presidente, despidieron al asesor Camps, la razón, no podía seguir disputándose el  último lugar y que el mejor resultado fuera un sufrido empate. Por entonces no solo iniciaba la "gestión" del nuevo presidente y acababa la de los que hicieron las veces de "profesores". A partir de ahí la incertidumbre seguía, se debería contratar un director técnico como Costas, pensaban los seguidores (costaba mucho dijo la directiva). Al final decidieron volver a creer en los nuestros. Apareció el nombre de Harold Rivera Roa, entrenador que  había estado al frente del equipo Unión Magdalena, mucho tiempo en segunda división, hoy en primera gracias según muchos a Rivera, sin embargo, casi de inmediato  lo despidieron, quedó como muchos colombianos, sin empleo. Con estos antecedentes la incertidumbre seguía,  no podría esperarse buenos resultados.

Rivera apareció por primera vez en el área técnica de Santa Fe ante Patriotas, uno de los equipos que también había dirigido. Al final del partido, empate y dos puntos en la tabla. Muy poco para decir de Rivera. Después vinieron, Junior, América, Rionegro y ni un solo punto para los cardenales. El cambio sin embargo apareció ante Medellín; un dos a cero suficiente para que se volviera a celebrar y esta vez con mayor disfrute, se veía mejor juego. Los tres primeros puntos en los que se notaba la mano de Rivera empezaba a verse nuevamente un equipo y no a 11 vestidos de rojo y blanco.

Jocosamente la afición pensaba; "si ganamos los partidos que vienen podemos clasificar", algo poco probable si lo que mejor sabía hacer Santa Fe en el últimas dos temporadas era el empate. Entonces llegaron los juegos Millonarios, Once Caldas, Envigado, Jaguares y Bucaramanga, resultado; 18 de 18, ahora con los mismos puntos del octavo, y lo que se pensaba era posible, cerca de clasificar. Seis partidos no solo jugando bien, sino teniendo una contundente defensa, sin goles en contra.

El ánimo de la afición ahora positivo, la actitud de los jugadores es diferente, ahora puede frenar a cualquier rival. Una escalada monumental en la tabla y una expectativa alentadora. 

¡Hay equipo!: Castellanos segurísimo; Arboleda cada vez mejor; Torijano y Hernández un gran apoyo para el arquero; Herrera conviertiéndose en ídolo;  Pérez la cuota de experiencia en la marca, y cuando se le ha presentado la oportunidad, asistiendo; Giraldo cumpliendo con su labor; Balanta sorprendiendo con sus goles; Sambueza; combativo, creativo (superdestacadísimo), Velásquez siendo más titular y Duque goleador y asistiendo. Los del banco casi siempre entraron y cumplieron, eso si, el acierto en los cambios de Rivera, nuevamente la mano del técnico. Hay que reconocer al jugador número 12 que acompañó cuando hizo falta, que alentó en los peores momentos, aplauso para al respetable público.

En conclusión, con se ve ahora al equipo cardenal; ilusiona, esperanza, promete y hace entusiasmar a sus patrocinadores, a la afición y a los amantes del buen fútbol.

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@celiopineda  celio.pineda@gmail.com

miércoles, 17 de abril de 2019

La debacle cardenal

Final del partido de Independiente Santa Fe contra La Equidad: la ira, y el inconformismo de los aficionados no se hizo esperar en la tribuna. Se rescató un punto cuando todo estaba perdido. Esa noche se ratificó el mal momento, ocurriendo lo impensable. El equipo cardenal, volvió al estado de 2008 y anteriores; sin ganas, sin clase, sin técnico, sin directivos, sin nada... perdón, con lo primero sí:  una afición inconforme.

En la Liga Águila 2019, Santa Fe tiene cero victorias, 10 empates (sufridos), 5 derrotas, menos de un gol anotado por partido y al menos un gol recibido (la peor campaña en los últimos diez años). Algunas de esas cifras corresponden a lo hecho por el técnico Sanguineti, lo cual le costó el puesto. Entonces las directivas tomaron la decisión de nombrar a un reciente exjugador, Gerardo Bedoya, que hasta ahí, solo había sido asistente técnico, es decir sin experiencia, sin mucho en su hoja de vida como entrenador. Por supuesto, los resultados no fueron diferentes a su predecesor. La consecuencia: posición 19 en la tabla del torneo y con posibilidades de llegar al último lugar.

Lo ocurrido hasta ahora no es producto de la casualidad, primero porque se han contratando jugadores extranjeros sin un hoja de vida sobresaliente, exceptuando a Omar Perez y  Luis Manuel Seijas (para infortunio de muchos, Omar se lesionó). Muchos de los contratados pasaron sin pena ni gloria en las dos últimas temporadas, cobraron, se fueron y la afición ni los recuerda, alguno más en el banco, al parecer quienes los trajeron asumen que que se equivocaron con ellos. Por ejemplo Facundo Guichón, un volante que parecía un golpe de suerte en la temporada anterior, sin embargo con las "rotaciones" actuales en la nómina, no aparece ni en la reserva. En el caso de los nacionales, jugadores ya de salida, con muy bajo rendimiento como, Carmelo Valencia; exgoleador de la Equidad.   Y la falta de físico del ya maduro Andrés Pérez - casi siempre lo sacan por cansancio -. Lamentablemente se ha sacrificado a jugadores jóvenes (canteranos, como les dicen), queriendo buscar en ellos la salvación, alguno se lesionó, los otros no han podido aportar, aunque parecen tener buen futuro, hoy también ocupan el banco, están la tribuna o viendo el partido por tv en la comodidad de sus hogares. Ah!, faltaría agregar la indisciplina de algunos.

Claro las consecuencias no solo se ven en los resultados, sino en la respuesta de sus seguidores, los que fielmente pagan una boleta. Primero, porque van por un buen espectáculo y segundo porque creen que su equipo no debe perder el lugar ganado en los últimos diez años. Sienten que nos los respetan, ni los jugadores, ni los directivos. Con razón, en cada uno de los últimos partidos, abuchean al club, insultan a los directivos, quizá porque entienden que la nómina que se tiene es superior a la que tienen equipos que están por encima en la tabla, o porque ven en el campo la falta de entrega y tal vez de profesionalismo en algunos jugadores cardenales. La conclusión del hincha siempre es que algunos de  ellos no merecen vestir el uniforme albirrrojo.

Ante la crisis decidieron volver a cambiar de director técnico. Primero le ofrecieron a Wilson Gutiérrez la dirección del equipo. Este pasó un proyecto, seguramente con una oferta económica consecuente con lo que logró hace siete años, parece que juzgaron que su proyecto es inferior al de la persona que nombraron, Patricio Camps, una vez más alguien sin experiencia. La dirección técnica del equipo será ocupada por el que fuera el asesor técnico del exdirector de la Selección Colombia Néstor Pekerman. Le apuestan a que tengan un golpe de suerte y resulte un técnico fuera de serie reviviendo al equipo. Gerardo Bedoya será un exjugador más que soñó con ser técnico. Ha sido víctima de la improvisación, seguramente no terminará dirigiendo. De ser así, asumirá el gerente deportivo, Agustín Julio mientras llega Camps, como ya lo había hecho con la salida de Gregorio Pérez en 2018.

Lo ocurrido hasta ahora en la parte deportiva y en la administrativa merece una revisión de parte de los socios del club, de una autocrítica de quien hace de presidente y de los mismos miembros de la junta directiva. Un factor común en esta crisis es la falta de experiencia en la dirección técnica, ¿será que también la hay en la junta directiva?.

Todo esto se parece a un viacrucis, en el quedan muchas estaciones para que terminen de crucificar la imagen del equipo. 
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2019    @celiopineda