domingo, 25 de enero de 2015

Camilo Vagas y Jefferson Cuero inevitables ausencias en la final de la Superliga

Anoche en el primer encuentro con Atlético Nacional por la Superliga 2015, la afición cardenal extrañó los rapidísimos piques de Cuero y las espectaculares atajadas de Camilo Vargas. Costas no podía alinearlos. La razón: ya no hacen parte de la nómina santafereña.
 
La partida de estos dos jugadores llegó apenas terminaban las celebraciones, los reconocimientos de periodistas, de aficionados y gallardamente los seguidores de otros equipos por el título conseguido por Independiente Santa Fe en el torneo finalización de la Liga Postobón 2014. Con la resaca del triunfo se presentaron los informes de la junta directiva, de la dirección técnica, y con estos, la especulación sobre que este se va, que se queda aquel, que este otro es intransferible. Finalmente se confirmó la salida de dos de los más sobresalientes jugadores de la nómina campeona: Camilo Vargas - el arquero cardenal - y Jefferson Cuero - extremo por izquierda -.

Quizá la partida que más le dolió a la afición cardenal fue la de Camilo Vargas, un santafereño de la cantera, hecho cien por cien en los campos de formación cardenal, extraordinario jugador, quizá un poco más parco que muchos,  pero tan serio como siempre que tomó su función. En algunos momentos la afición tuvo que contener el aliento cuando quiso lucirse luego de una devolución, o cuando falló en alguna salida de su zona de confort. Cualquier error que pudo haber tenido se le ha perdonado porque sus aciertos han superado con creces las equivocaciones. Casi en la etapa de cierre del octavo título, tuvo que asumir la función de cobrador de tiros penal ante la racha de yerros de la delantera roja.

La afición estuvo siempre orgullosa de su llamado a la Selección Colombia, fue la cuota cardenal en el mundial 2014, y luego cuando fue titular en los amistosos consiguió el respeto de sus compañeros de selección. Ahora será una cuota pero del equipo que lo ha contratado: Atlético Nacional.

Por parte de Jefferson Cuero - "cuerito" como le dicen muchos aficionados -, el rapidísimo extremo cardenal de los últimos dos años, salió para hacer parte del Morelia de México. Fue un jugador que se ganó el cariño de la afición y la confianza de los técnicos para apropiarse de la titular. Desde su llegada no solo mejoró en lo futbolístico sino en lo personal, de cuestionar las decisiones arbitrales - le costaron varias tarjetas amarillas y más de una expulsión - pasó a ser un jugador que estuvo dedicado a contribuir responsablemente con los objetivos trazados. Su asignatura pendiente: le falta mejorar su visión periférica para encontrar al compañero mejor ubicado y hacer el centro más adecuado - algunos comentaristas dicen: ¡Que levante la cabeza! -. Como sea, un jugador que le dará grandes réditos al Morelia, su nuevo club.

Antes de cualquier confirmación la afición estaba de acuerdo en que estos dos jugadores habían cumplido una etapa con el cuadro cardenal y que debía salir a buscar una mejora en sus carreras profesionales, preferiblemente en el fútbol del exterior. Por parte de Camilo esta situación no se dio, pero lo que si debe ser comprensible es que es una profesión de corta duración, por lo que los motivos económicos pesaron más que el aprecio por el equipo; la otra razón es que va para el equipo que más títulos ha obtenido en menos tiempo, muy sólido administrativamente, además de ser el equipo que puede hacerse con los mejores jugadores en el plano nacional.

Alguno hinchas pudieron estar o no de acuerdo con la decisión del jugador Vargas y seguramente de quienes lo representan al firmar y hacer parte de las filas del equipo que hizo llorar más de una vez a los aficionados cardenales: Atlético Nacional, pero el fútbol de hoy se mueve por oferta y demanda, en este caso se impuso la oferta de Nacional.

Hoy por hoy lo único que se debe es agradecer a estos dos jugadores por el aporte en la consecución de dos títulos de liga, en el caso de Camilo Vargas, y en el de Cuero del octavo. Con seguridad entregarán lo mejor de cada uno a sus instituciones, celebrarán, sufrirán, pero siempre en algún lugar de sus corazones estará el equipo con el que primero triunfaron y que les sirvió de trampolín para sumergirse en nuevos retos.

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